domingo, 17 de enero de 2010

Opinión: "Ser o No ser"

Ser o no ser siempre ha sido la cuestión. Y ahora no es para menos, pues lo único que cambia es la continuación: ¿ser deporte olímpico o no serlo?

El karate es, junto con el judo y el taekwondo, el arte marcial más deportivizado que existe. Ahora bien, el Judo es deporte olímpico desde 1964 (mujeres desde 1992) y el Taekwondo desde el 2000. ¿Dónde está la diferencia abismal que impide a los karatekas disfrutar de una competición cada cuatro años donde puedan medirse con los mejores y demostrar que no sólo es cosa de chinos?

Para muchos, el impedimento radica en que el karate es una práctica violenta, aunque los expertos señalan que la puntuación se basa en el mero toque, no como en judo, por ejemplo. Otro de los motivos es el presupuesto, ya que en cada Olimpiada hay un número máximo de veintiocho deportes y, actualmente, no se puede prescindir de ninguno. ¿Seguro?

Sin embargo, la principal razón que lleva a la madre de las artes marciales a no verse incluida en la mayor exhibición deportiva de la historia es que las distintas escuelas y sus diferentes estilos (shito ryu, shotokan, shihan, shorin, etc.) no se ponen de acuerdo a la hora de unificar el reglamento para la cita olímpica. Es una pena, la verdad, puesto que el karate no solo es kumite (el combate), sino que también existen los katas; es decir, formas de combate coreográfico muy idóneas para el ambiente de espectáculo de las Olimpiadas.

Por otra parte, son muchos los karatekas que se resignan a que su forma de vida pierda la esencia, que el tatami se traslade a los focos y a la boca del lobo. Esta esencia se basa en la ausencia del ego y el mero hecho de competir por una medalla de latón relegaría el espíritu original del arte del karate como disciplina al banquillo.

Sea como fuere y le pongan las excusas que pongan, acabamos de empezar el año 2010 y el karate sigue sin ser deporte olímpico. A ver si hay suerte para Río 2016.

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